"La conducción autónoma de nivel 3 es aún más controvertida. La principal diferencia es que, aunque el conductor debe seguir atento y preparado para intervenir en caso de emergencia, la responsabilidad de todas las funciones críticas de seguridad pasa del conductor al coche. Esto tiene preocupados a muchos ingenieros. La experiencia no ha sido buena con los sistemas de control que relegan al operador a un papel directivo fuera del bucle de retroalimentación, con la única función de interceder en caso de emergencia.

Fue este tipo de pensamiento el que permitió que un accidente en la central nuclear de Three Mile Island, en 1979, se convirtiera en una fusión total. Los operarios de la central no reaccionaron correctamente cuando una válvula se atascó y provocó la pérdida de agua de refrigeración del reactor. Luego empeoraron las cosas al anular el sistema automático de refrigeración de emergencia, pensando que había demasiada agua en el reactor en lugar de muy poca. El informe del accidente culpaba a una formación inadecuada de los operarios y a una interfaz informática mal diseñada.

Fallos humanos similares han provocado innumerables accidentes aéreos; el más reciente, el de Asiana Airlines en San Francisco en 2013. La excesiva dependencia de la automatización y la falta de comprensión de los sistemas por parte de los pilotos cuando tenían que intervenir se citaron como los principales factores que contribuyeron al accidente de Asiana. Algunos fabricantes de automóviles temen que -incluso más que los operadores de reactores o los pilotos profesionales- los conductores sin formación no hagan sino agravar el problema cuando de repente se les pida que tomen el control de un sistema que, por lo demás, está totalmente automatizado. Ford cree que es mejor saltarse el Nivel 3 e ir directamente al Nivel 4, aunque lleve más tiempo".