Nadie sabe realmente qué trabajos se automatizarán en el futuro. Pero una cosa está clara: a medida que las máquinas se vuelven más omnipresentes, también lo hacen los humanos que las enseñan e interactúan con ellas. Como ya hemos visto en el sector de las aerolíneas, el piloto automático no dejó sin trabajo a los pilotos, sino que prefiguró una colaboración cada vez mayor entre humanos y máquinas en tareas complejas. A medida que la automatización gana terreno, la mano de obra humana tiene la intrigante posibilidad de seguir desarrollando habilidades exclusivamente humanas que las máquinas no pueden igualar ni replicar. En un giro inusual de la práctica industrial, El gigante automovilístico Toyota retira los robots de sus fábricas porque los trabajadores humanos pueden, a diferencia de sus homólogos maquinales, proponer ideas de mejora... Luego están la empatía, la creatividad, el liderazgo, la intuición y la inteligencia social. Si tuviera que dar a los jóvenes una idea de las habilidades que van a necesitar, éstas estarían en la lista, así como el consejo de prestar atención a cómo funcionan y piensan las máquinas. Un consejo que me dio el padre de un amigo que huyó de la URSS fue: "Aprende el lenguaje de tu enemigo". Si las máquinas vienen a por nosotros, tenemos que entender cómo funcionan.