"La idea es permitir que las personas utilicen sus pensamientos para navegar intuitivamente por la realidad aumentada, la versión neurodirigida del mundo descrita recientemente por Kevin Kelly. Sin teclear, ni siquiera hablar, para distraerte o ralentizarte mientras interactúas con añadidos digitales al paisaje: instrucciones de conducción superpuestas sobre la autopista, breves biografías flotando junto a los asistentes a una conferencia, modelos tridimensionales de muebles que puedes mover por tu apartamento".

El público de Harvard se quedó un poco sorprendido por el giro de la conversación, y Zittrain hizo una broma de profesor de Derecho sobre el derecho constitucional a guardar silencio a la luz de una tecnología que permite escuchar los pensamientos. "Las implicaciones de la Quinta Enmienda son asombrosas", dijo entre risas. Incluso esta suave respuesta se encontró con la defensa habitual de las grandes empresas tecnológicas cuando se les critica por pisotear la privacidad de los usuarios: el consentimiento de los usuarios. "Presumiblemente", dijo Zuckerberg, "esto sería algo que alguien elegiría utilizar como producto".

En resumen, no se desviaría de su misión autoasignada de conectar a la gente del mundo por diversión y beneficio. Ni por la imagen distópica de agentes de policía con el cerebro perforado. Ni por una larga gira de disculpas. "No sé cómo hemos llegado a eso", dijo jovialmente. "Pero creo que un poco sobre tecnología e investigación del futuro también es interesante".

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(Yo añadiría que esto es lo ÚLTIMO con lo que Zuck debería fantasear: ¡Facebook tiene problemas mayores! Pero demuestra su mentalidad).