Los hechos demuestran que los utopistas tecnológicos se equivocan: la tecnología no crea prosperidad, buena democracia y justicia, sino los seres humanos. Para garantizar que la economía digital cumpla sus promesas, necesitaremos un nuevo contrato social que garantice oportunidades de pleno empleo, proteja nuestra privacidad y permita la prosperidad no sólo de unos pocos, sino de todos.
Después de 20 años, es más difícil ignorar el lado oscuro de la economía digital (HBR)
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