"En 1945, el filósofo británico Gilbert Ryle pronunció una influyente conferencia sobre dos tipos de conocimiento. Un niño sabe que una bicicleta tiene dos ruedas, que sus neumáticos están llenos de aire y que se monta en ella empujando los pedales en círculos. Ryle denominó a este tipo de conocimiento -el fáctico, proposicional- "saber que". Pero aprender a montar en bicicleta implica otro tipo de aprendizaje. Un niño aprende a montar cayéndose, equilibrándose sobre dos ruedas, pasando por encima de los baches. Ryle denominó a este tipo de conocimiento -implícito, experiencial, basado en la destreza- "saber cómo". "Los dos tipos de conocimiento parecen ser interdependientes: se puede utilizar el conocimiento factual para profundizar en el conocimiento experiencial, y viceversa. Pero Ryle advertía contra la tentación de pensar que "saber cómo" podía reducirse a "saber que": un libro de reglas no podría enseñar a un niño a montar en bicicleta. Nuestras reglas, afirmaba, sólo tienen sentido porque sabemos cómo utilizarlas: "Las reglas, como los pájaros, deben vivir antes de poder ser disecadas". Una tarde, observé a mi hija de siete años superar una pequeña cuesta en bicicleta. La primera vez que lo intentó, se paró en la parte más empinada de la cuesta y se cayó. La siguiente vez, la vi inclinarse hacia delante, imperceptiblemente al principio, y luego de forma más visible, y volver a apoyar su peso en el sillín a medida que la pendiente disminuía. Pero yo no le había enseñado las reglas para subir esa cuesta en bicicleta. Imagino que cuando su hija aprenda a subir la misma cuesta, tampoco le enseñará las reglas. Transmitimos algunos preceptos sobre el universo, pero dejamos que el cerebro descubra el resto".
https://www.newyorker.com/magazine/2017/04/03/ai-versus-md